viernes, 7 de junio de 2019


A Mi No



Creo que estaba en cuarto grado.

Fue una de esas charlas que iban a tomar importancia, años después, solo en mi mente.

Todavía no entendía el concepto de cáncer.

Solo era una palabra relacionada con otros, viejos, personajes de películas, todo aquel que no era yo ni mis amigos.
Estábamos en la inocencia total, nuestras preocupaciones eran que nos vaya bien en la escuela y no perdernos los dibujos animados en la tele.

No sé cómo surgió la conversación, quien sacó el tema o por qué, pero hubo un día en el que nos encontramos hablando sobre el cáncer.

Alguien mencionó que era una enfermedad posible en todos nosotros, que de alguna forma se “activaba” o no por distintas razones. Recuerdo sentir una especie de miedo al enterarme de eso. Pero, a la vez, me parecía algo tan lejano e imposible en mi vida. Yo era un nene inocente que le gustaba dibujar y ver películas. No me podía pasar nada.

A mi no.

Todo esto vino a mi mente mientras la oncóloga iba escribiendo en una hoja el plan a seguir con todas las sesiones de quimioterapia que me esperaban el resto del año.
Yo no lo podía entender, acababa de operarme, creía que con eso bastaba. Al fin me había librado de los horribles síntomas del rabdomiosarcoma, que me había llenado completamente los senos paranasales con una especie de mucosidad que me impedía respirar por la nariz, generaba un constante sabor desagradable en la garganta provocando arcadas y evitando que me alimente con normalidad, y disminuyó mi audición considerablemente.

Al salir de la operación y volver a casa después de unos días de internación, era un joven nuevo. Había recuperado mis sentidos, recuerdo oler la madera de las escaleras y que me generara la sensación de que era la primera vez que pisaba esa casa. Al fin pude saciar mi sed con un vaso de gaseosa. Era un constante redescubrimiento de aromas y sabores. Por fin, después de tantos meses, estaba cómodo con mi ser.

En la primer visita a la oncóloga después de la operación, ella ya estaba planeando los siguientes movimientos, que eran la quimioterapia y radioterapia. Al parecer, la cirugía solo era el primer golpe, en una serie de golpes para destruir completamente al tumor. Yo no estaba muy informado y la noticia me había caído como un balde de agua fría. Solo quería descansar y disfrutar de mis renovados sentidos.

Esta batalla recién comenzaba.
Y yo solo podía pensar en aquel nene en cuarto grado, que no tenía idea de lo que era el cáncer.
Que no veía esta enfermedad más que como un argumento dramático para el cine.
Que solo había escuchado esta palabra relacionada con los abuelos de la gente que conocía.
Que sentía esta situación tan ajena e incomprensible que le era imposible relacionarla con su vida.
Soy un nene que recién está en cuarto grado, esto no me puede pasar a mi.
A mi no.


Rorro


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