A Mi No
Creo
que estaba en cuarto grado.
Fue
una de esas charlas que iban a tomar importancia, años después, solo en mi
mente.
Todavía
no entendía el concepto de cáncer.
Solo
era una palabra relacionada con otros, viejos, personajes de películas, todo
aquel que no era yo ni mis amigos.
Estábamos
en la inocencia total, nuestras preocupaciones eran que nos vaya bien en la
escuela y no perdernos los dibujos animados en la tele.
No
sé cómo surgió la conversación, quien sacó el tema o por qué, pero hubo un día
en el que nos encontramos hablando sobre el cáncer.
Alguien
mencionó que era una enfermedad posible en todos nosotros, que de alguna forma
se “activaba” o no por distintas razones. Recuerdo sentir una especie de miedo
al enterarme de eso. Pero, a la vez, me parecía algo tan lejano e imposible en
mi vida. Yo era un nene inocente que le gustaba dibujar y ver películas. No me
podía pasar nada.
A
mi no.
Todo
esto vino a mi mente mientras la oncóloga iba escribiendo en una hoja el plan a
seguir con todas las sesiones de quimioterapia que me esperaban el resto del
año.
Yo
no lo podía entender, acababa de operarme, creía que con eso bastaba. Al fin me
había librado de los horribles síntomas del rabdomiosarcoma, que me había llenado
completamente los senos paranasales con una especie de mucosidad que me impedía
respirar por la nariz, generaba un constante sabor desagradable en la garganta
provocando arcadas y evitando que me alimente con normalidad, y disminuyó mi
audición considerablemente.
Al
salir de la operación y volver a casa después de unos días de internación, era
un joven nuevo. Había recuperado mis sentidos, recuerdo oler la madera de las
escaleras y que me generara la sensación de que era la primera vez que pisaba
esa casa. Al fin pude saciar mi sed con un vaso de gaseosa. Era un constante
redescubrimiento de aromas y sabores. Por fin, después de tantos meses, estaba cómodo
con mi ser.
En
la primer visita a la oncóloga después de la operación, ella ya estaba
planeando los siguientes movimientos, que eran la quimioterapia y radioterapia.
Al parecer, la cirugía solo era el primer golpe, en una serie de golpes para
destruir completamente al tumor. Yo no estaba muy informado y la noticia me había
caído como un balde de agua fría. Solo quería descansar y disfrutar de mis
renovados sentidos.
Esta
batalla recién comenzaba.
Y
yo solo podía pensar en aquel nene en cuarto grado, que no tenía idea de lo que
era el cáncer.
Que
no veía esta enfermedad más que como un argumento dramático para el cine.
Que
solo había escuchado esta palabra relacionada con los abuelos de la gente que conocía.
Que
sentía esta situación tan ajena e incomprensible que le era imposible
relacionarla con su vida.
Soy
un nene que recién está en cuarto grado, esto no me puede pasar a mi.
A
mi no.
Rorro
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