domingo, 29 de noviembre de 2020

 "10"


Se convirtió en más que una persona. Con esto no quiero decir que era un buen tipo o un ejemplo a seguir. No recuerdo una época en la que su nombre no aparezca. Tengo 26 años. No viví su talento en vivo. No recuerdo cuando descubrí su existencia.
Al igual que con mis padres y mis hermanos, siempre estuvo ahí.
Así, para un país entero, por decadas. Alabado y criticado por igual. Se convirtió en más que una persona. Pero no gracias a él. Gracias a los demás.
Al parecer, tuvo todas las características que nuestra cultura valoraba. Cumplió todas las fantasías colectivas que un pueblo deseaba.
Por eso, observo los comentarios de los que lo aman y los que lo odian. Pero en realidad nadie está hablando de él. Todos están hablando de si mismos. Lágrimas con un padre que ya no está, euforia compartida con un hermano u hermana, puteadas, enojos, anécdotas. Recuerdos.
Los recuerdos son nuestra identidad. Los que lloran por su partida, en realidad están llorando eso. Personalmente, yo disfruto de su fútbol y desapruebo sus acciones en la vida privada. Fue un infinito gris que siempre me pareció interesante de observar. Hasta en su muerte.
Estuve todo el día pensando en él, o en todos mejor dicho, o en mi. Y llegué a la conclusión de que, y esto no lo digo a manera de halago sino como una observación objetiva, efectivamente, se convirtió en más que una persona.
Rorro