viernes, 24 de junio de 2016

                                   Crimen



Al ser desterrados del Paraíso, Adán y Eva concibieron a Caín y más tarde a Abel. Caín se dedicó a la agricultura, mientras que su hermano menor al pastoreo. Ambos hermanos presentaron sus sacrificios a Dios en sus respectivos altares, al verlos, la ofrenda elegida fue la de Abel. Dios había elegido a su favorito. Caín, lleno de celos incontrolables, cometió el primer asesinato de la historia, al matar a su hermano Abel.


Este relato me recuerda a dos hamsters que tuve hace muchos años. Carlitox y Pepe Veras. El primero fue bautizado así por un personaje del dibujo animado de Internet: Alejo y Valentina, y el segundo por otro dibujo animado: Los Padrinos Mágicos.
Carlitox era más gordo que Pepe Veras, no hacían mucho más que vivir en su jaula. De vez en cuando, Pepe Veras intentaba escapar escalando por la rueda hasta el techo de su cárcel, pero solo llegaba a asomar su patita. Y así repetía esta secuencia una y otra vez, sin éxito.

Con el tiempo, en casa nos fuimos aburriendo de estos animales, no son criaturas muy interesantes. Y tampoco podés encariñarte emocionalmente como con los perros o gatos.
Se convirtió en una rutina aburrida, darles de comer y chequear cada tanto cómo estaban.

Parecía que nunca iba a pasar más que eso con estos animalitos, hasta que un día, algo que nadie esperaba sucedió.
Pepe Veras había desaparecido. No se lo veía por ningún lado de la jaula. Solo estaba Carlitox ahí parado como si nada. ¿Cómo era posible? ¿Realmente había logrado escapar trepando por la rueda? El techo cubría la jaula con barras de metal, era físicamente imposible. No podíamos entenderlo. ¿Dónde estaba Pepe Veras?

Hasta que comenzamos a notar, Carlitox estaba muy quieto, como si ocultara algo, no era normal en él la quietud.
Nos acercamos y pudimos ver que estaba parado sobre algo, hicimos que se mueva a un lado. Si. Ahí estaba. Pepe Veras estaba muerto. Su cara tenía sangre. Había rastros de lucha. Carlitox había cometido el primer asesinato de su mundo, su pequeño mundo de barras de metal. Y no solo asesinó a Pepe Veras, lo cubrió de aserrín y se paró sobre él. Ocultaba la evidencia. Sabía que había cometido un crimen.

¿Por qué habrá pasado esto? pensé. ¿Qué conversaciones en su idioma de hamster habrán tenido para llegar a esto? ¿Habremos mostrado favoritismo hacia Pepe Veras cual Dios a Abel y provocando así los celos de Carlitox que desembocaron en asesinato? Nunca lo sabremos. Pero ahora sé que no debo juzgar a ninguna criatura de aburrida.

Porque hasta en un diminuto mundo, el quinto mandamiento puede ser roto. Hasta en dos pequeños hamsters podés encontrar una historia de crimen. Solo tenés que mirar. 



                                                                                        
                                                                                          Rorrus
  

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